He oído decir que el uribismo murió, varias veces: cuando Santos se volteó, cuando se lanzó a la reelección, cuando las encuestas mostraban al Sí ganador en el plebiscito, cuando Uribe renunció al Senado, cuando no estuvo en la lista... La verdad es que no muere ni morirá, porque el Uribismo es una forma de entender el país, de quererlo.
¿Qué le pasó al uribismo? Es
difícil saberlo y es, muy simple, una vez suceden las cosas, explicarlas.
Un gobierno que pese a las difíciles circunstancias logró muchas cosas también
fue muy indiferente con su partido, no solo en la participación en el gobierno
-del que poco tuvimos que ver- sino en el abandono de ideas que eran centrales
para nuestro discurso.
Tal vez el mayor daño vino de la
necesidad del gobierno de conformar una coalición. Aquello terminó juntando al
CD (Centro Democrático) con todos los demás partidos, que poco antes habían
estado en el santismo, combatiéndonos. Nos dejó sin argumentos contra ellos y
nos metió en el paquete de los partidos tradicionales.
La salida del presidente Uribe
del Congreso, la persecución en su contra, su ausencia en nuestra lista habría
podido ser lo más grave e irreparable; y sin embargo, el partido honró su
legado y avanzó con todas esas dificultades.
Otro duro golpe fue que dejaron
al Centro Democrático por fuera de la consulta para elegir candidato
presidencial. Aquello lesionó nuestras listas al Congreso. Nos dejaron por
fuera, no porque consideraban -como ahora lo dicen- que somos un negativo en la
ecuación política. sino por todo lo contrario. Tenían la impresión de que si
iba un candidato del CD éste resultaría vencedor. Argumentan algunos que el
país estaba cansado del uribismo y, sin embargo, todos temían a la victoria de
nuestra bases.
Nuestro candidato, Oscar Iván
Zuluaga, noble y grande como es, ante los reiterados maltratos externos e
internos, y la victoria de Fico Gutiérrez en la consulta del Equipo por
Colombina, declinó su candidatura y lo apoyó.
Fico siempre fue el candidato de
los sectores gobiernistas dentro de nuestro partido, aun por encima de Zuluaga,
y por eso le hicieron una guerra interna. Primero para derrotar a los otros
precandidatos y luego para prescindir de Zuluaga e imponer al que les gustaba,
aunque no fuera del partido. A esto hay que sumarle que las falsas denuncias de
un presunto fraude dentro del mecanismo de selección del candidato fueron
desgastantes e hicieron mucho daño.
La campaña de Fico empezó bien,
su base fundamental era el uribismo, pero por conveniencia -según dijeron- lo
desconocieron. Mi impresión es que muchos uribistas, ante la actitud
vergonzante, decidieron unirse a otras causas políticas donde encontraban mejor
recibo.
En aquella campaña daba vergüenza
el uribismo, pero no la maquinaria. Me recuerda mucho la derrota de Germán
Vargas. La ciudadanía está cansada de la politiquería.
Y los ataques no paran, ni
pararán. Somos una fuerza política de opinión, con ideas, más vivas que muchos
otros partidos. No tenemos candidato, pero votaremos contra Petro, porque eso
indican nuestras convicciones. No nos dejemos mover.