“I
have nothing to offer but
blood,
toil, tears and sweat”
Winston Churchill, 1940
Por: Santiago José Castro Agudelo
En estos próximos dos meses se verá de todo a lo
largo y ancho de la geografía nacional. Vallas, pasa calles, afiches, folletos,
reuniones con algunas personas, reuniones masivas, caravanas, fiestas y
discursos políticos de todo tipo. Lo que no se verá serán las tulas con
efectivo, los acuerdos por debajo de la mesa, todo lo que para algunos es
oscuro de la política y que hoy en el mundo parece definirla. Lo grave del
asunto es que hemos interiorizado el asunto como algo normal, algo contra lo
que no podemos hacer nada.
Hace poco volví a escuchar una frase que ya me tiene
jarto y que me motiva a seguir denunciando la corrupción donde quiera que esté:
“robó pero por lo menos se ven las obras” ¿Algo más absurdo? ¡Eso es como
agradecer al atracador por dejarnos dos mil pesos para poder tomar una buseta y
volver a la casa! Los más triste, lo que más duele del asunto, es que hoy en el
mundo esa, que es una actitud frente a la política, se asume como legítima. Es
el mundo al revés. La democracia parece haber quedado relegada a un asunto para
las aulas de quienes estudian la política. A lo mejor por eso prohibieron el
estudio de la Ciencia Política en Uzbekistan y estoy seguro que más de un
candidato ve en el Presidente Islam Karimov un tipo ideal de gobernante. Hablar
de democracia e inclusión para ganar la elección y hacer lo que le venga en
gana.
¿Será entonces mejor reconocer y admirar a Turbay
Ayala cuando sugería que en Colombia había que “llevar la corrupción a sus
justas proporciones”? ¿Será que en este país la corrupción y el clientelismo
definitivamente, como lo han sugerido muchos, son los dos elementos que logran
que el sistema funcione? ¿Qué mensaje les enviamos a las nuevas generaciones,
especialmente a quienes quieren “hacer política”?
Hace poco, en una reunión con un grupo de jóvenes
que se ha conformado en el Tolima, cuyo lema es “leer juntos para pensar el
Tolima”, expuse mi posición al respecto: cero tolerancia con el clientelismo y
cero tolerancia con la corrupción. Uno de los presentes, con toda sinceridad,
expresó lo siguiente: “Doctor, yo pienso igual que usted, pero el problema es
que con ese discurso no se consiguen votos y eso en una democracia es lo que
necesitamos”. En un primer momento asentí desarmado, como quien ha leído alguna
cosa, vivido alguna otra, y sabe que puede ser así.
De regreso a las aulas, en uno de los pasillos de
la universidad, al comentar la anécdota con un colega, me recordó las palabras
de la gran oferta que en su momento hiciera Winston Churchill a quienes
invitaba a hacer parte del nuevo gobierno Británico en 1940: “No tengo nada que
ofrecer, solo sangre, trabajo duro, lágrimas y sudor”. Churchill motivó a un
pueblo entero y derroto al fascismo que parecía invencible.
¿Qué se pide, qué se ofrece y qué se espera de la
política colombiana?